18 agosto, 2005

18 agosto, 2005
Con el despertar vino la tormenta.
Como cada mañana en estos últimos días, el sudor frío se apelmazaba en mi almohada dejando un rastro ácido que parecía no ser mío.
Con la mañana llegó el café frío, las tostadas quemadas y la mermelada de recuerdos esparcida sobre el desayuno.

La pasada semana Silvia me dijo adiós, aparentemente apenada aunque sus ojos delataban algo de alivio. Dijo que no la correspondía como ella se merecía, que sólo la regalaba mi tiempo, mi futuro, miradas de complicidad, mi vida, pero nada de flores, nada de un “ te quiero “, nada de una cena a la gran “dumonde “ seguida de una anillo de brillantes brillantes.
La pasada semana Silvia dijo adiós a dos años de vidas compartidas y noches de otro sudor distinto al de esta mañana.

Reconozco que soy de esa clase de gente que no puede estar sola, que sin alguien a mi lado me pierdo en un más de delirios creados por mi cabeza dependiente. Así que, decidí ser fuerte, pero como no pude salí al viejo quiosco de mi calle y tras comprar el diario del día de hoy, llamé al número que me llamaba a mí. “ Soy silvia “, decía el anuncio, “ morena con ojos castaños y tez morena, si quieres ver el resto llámame…, pero te adelanto que es de lo más normal”.

Esta sería mi mañana, mi recuerdo para el futuro.
Me vestí con la misma ropa de ayer, salí a la calle eufórico como hacía días que no lo era y cogí el taxi que me llevaría al lugar indicado.
Tras preguntarme el taxista el lugar de mi destino, mi peso y talla de zapatos, arrancó el coche en primera, como era de esperar. Al doblar la esquina, chocamos contra una especie de farola que parecía haber sido puesta en ese lugar por algún extraño motivo.
La ambulancia vino en cuestión de minutos, y los puntos de sutura un poco más tarde. Hoy no sería mi día, pero quizás conociera a una enfermera bonita que me curara el corazón, y es que no pido mucho, sólo alguien, ¿porqué necesitaré a alguién?, ¿sólo alguien?, ¿no ese alguien?.
Nunca se sabe que nos puede deparar el futuro.
Los puntos se fueron cayendo con el tiempo y de mi pena sólo quedó otra vieja cicatriz que miro con cariño. Mi madre me dijo que si seguía siendo tan selectivo me quedaría sólo y hace tiempo decidí llevarla la contraria, el caso es que estoy igual que como empecé.
Mañana será otro día

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