Corro tan rápido como puedo, miro atrás, sólo siento un cálido aliento caldeando mi esquelética columna, no veo nada. Extenuada sigo corriendo preguntándome cuando dejará de seguirme.
Al torcer lo tengo delante, impasivo inmutable examinando atentamente mis pulmones, mis turgentes pechos suben y bajan a un ritmo frenético, como si mi corazón quisiera ser suyo, como si mis latidos le pertenecieran.
Esta mañana desperté con el mismo amargo sabor de boca, el reiterado sueño, la extraña historia, el mismo beso. Él, me agarraba con inmensa fuerza y sin hacerme daño, sus labios tocaban los míos en un húmedo contacto que Cary Grant hubiese deseado para una de sus películas . Luego, al abrir los ojos, las misma soledad, la reiterada amargura que se centraba en mi boca, la misma desidia .
Ahora lo tenía allí delante de mí, ya no soñaba, era él y aunque deseaba con ansia el mismo beso de todas las noches, no sabía si la sensación sería la misma.
Lentamente, abrió los dientes mostrando los punzantes colmillos. Mi yugular empezó a latir con fuerza.
Esta noche volvería a soñar con el mismo beso
26 enero, 2006
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4 comentarios:
Muy sugerente ;)
No tiene relación, me gustaba la ilustración y la he añadido a las letras
Uhm, bonitas letras vampíricas. El beso o el mordisco, he aquí la cuestión.
Un saludo, acabo de reseñar Brokeback Mountain, una peli genial, debes verla.
Un abrazo!
Mucha novela cutre de terror medio erótico he leído yo de pequeño. Algo se me ha quedado desde luego
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