Cada gota muerta empapa almas,
apaga ilusiones.
Cada copo caído representa a cada uno de nosotros,
diferentes, todos destinados a un final incierto.
Cada instante transcurrido nos separa de la verdadera verdad
vertida en el vientre de la mujer.
Cada pétalo fallecido desnuda cuerpos hasta dejarlos tan indefensos y desvalidos que sólo pueden avergonzarse,
pétalos rojos, púrpuras, violáceos,
que vibran como la cuerda de una guitarra,
como el cuerpo de una mujer al tacto de una mano desconocida.
Hasta que deja de moverse
hasta que en un momento el color se oscurece
hasta que sobre la tierra mojada se precipita una de tus lágrimas.
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