11 agosto, 2005

LOS EXTRAÑOS VECINOS

11 agosto, 2005
Sí que eran extraños aquellos vecinos que teníamos. Al principio, supongo que por timidez o por falta de confianza, no mostraban ninguna actitud fuera de lugar o por decirlo de alguna forma, rarita. Sin embargo después de la primera reunión de vecinos, evento que prefiero dejarlo olvidado en alguna parte escondida de mi cerebro, las cosas cambiaron.
Siempre que llovía, salían con matasuegras a la calle ( nunca he llegado a entender el porqué de esta palabra, qué tienen que ver las suegras y el asesinato )y esos ridículos sombreros de colores en forma de conos que se pone la gente extraña en fiestas extrañas. No se si de alguna forma el sombrero actuaba de pararayos en caso de que alguno decidiera caer en un lugar indebido, y el matasuegras ( hay que joderse con la palabra ), a lo mejor ahuyentaba a las gotas y formaba una barrera invisible impidiendo que la lluvia llegase a contactar con el cuerpo. No se.
La cuestión es que un día nos invitaron a una de sus fiestas “raras“ y no se si por compromiso, por pena o por ganas de ampliar nuestro círculo de amistades, nos miramos al unísono y asentimos como poseídos por un ente superior o inferior o vete tú a saber.
Llegó el día y viendo el gusto que tenían estos señores por la ropa desenfadada de fiesta, nos compramos un par de matasuegras ( otra vez esta maldita palabra ) y conos coloridos. Tras llevar puestos estos apósitos y llamar al timbre, nos abrieron con frac él y vestido de noche ella ( qué pasa es que hay un vestido exclusivo para la noche? y qué ocurriría si se lo pusiera por el día, a lo mejor atraía a los rayos, ella ya lo sabía y por eso se ponían esas cosas en la cabeza cuando llovía, para evitar más que nada ). La sensación de ridículo nos embriagó de tal forma que, sin atravesar el umbral, inventamos una de esas malditas excusas que no se cree nadie y volvimos por dónde habíamos venido. Si que eran extraños aquellos vecinos y que necesidad teníamos de hacer amigos, cuan equivocados estábamos y en que baja estima teníamos esa gran palabra que al igual que “amor“ se dice con tanta frivolidad

Pero lo mejor de todo, dónde nos dimos cuenta hasta qué punto estábamos locos tanto ellos como nosotros, vino el siguiente sábado…

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