15 septiembre, 2008

el otoño

15 septiembre, 2008
Los corrillos se empezaban a cerrar y yo me quedaba fuera, como casi siempre.

Desde fuera, como si fueran las viejas voces de esas películas de los años 60, empezaba a escuchar los monólogos sin sentido para un tercero que no fuera el propio parlante. Escuchaba uno, mi mente lo procesaba, y acto seguido le daba orden de borrado inmediato, escuchaba otro y lo mismo. Y así entre fonema y fonema, la temporada de piscina acababa en la urbanización.

Angelines alienada por su dulce hijito, sólo hablaba de éste y sus mocos, creo que ella pensaba que ya no era un indivíduo, uno, sólo una unidad, como si ella no fuera una mujer con otras inquietudes, otros hobbies o sentimientos distintos a las que flotaban inertes alrededor de Jon. Y así entre frases compuestas de flemas y pruritos varios, seguía enlazando palabras y yo haciendo que escuchaba mientras mordía un pepinillo avinagrado y bebía algo de cerveza sin gas.

Sonsoles, la verdad es que no hablaba mucho, pero cuando lo hacía rechinaba los dientes al tiempo que las siete plagas salían por su boca de pez, enfermedades, hipocóndrias y algunas alergias aparecían como almas en pena en busca de algún cuerpo que poseer, al cerrarla mantenía alejado al maligno. Y así entre personaje y personaje, conocí a Ron.

A Ron se le calaba a primera vista, era el amago de aprendiz de falacias más poco creíble que había visto en mi vida, entre mentira y mentira parecía creerse su propio micromundo que intentaba hacer extensible al resto. El otro día le cogí el brazo y le dije , “ amigo o te sinceras con la vida, o toda esa suciedad te corroerá por dentro “, no se porqué no me sorprendió su respuesta “ ¿te conozco amigo? “, esa era mi cruz o mi salvación, siempre pasaba desapercibido y eso que una vez me ofrecí a sacarle el perro. Y así entre conversación y conversación descubrí que podría deleitarme con Tracy.

A Tracy, la del quinto, le gustaba pensar que era una princesa de cuento, su vida estaba aderezada con muy pocos ingredientes y sin muchas más inquietudes que las que daba el pensar si había descongelado el pollo tariyaki que compró la semana pasada en el super. Soñaba con que el príncipe Felipe dejaría a la Leti y formaría familia con ella, crearían una realidad mucho más real que la real y que vivirían en la casa de la Pantoja, la que quiere comprar Madonna por una cantidad infame de dinero y que con toda seguridad, luego se gastaría el Paquirrín en putitas y niñas de mala fama, pero más buenas que el copón. Mientras soñaba, pensaba que algún día llegaría su Once Upon a Time.

Todo eso escuchaba, y aunque a veces las voces delgadas y finas salían de sus bocas como hilos de nylon, en mis oídos hacían daño al llegar gruesas como el sangriento cordón umbilical de un recién nacido. Decidí seguir comiendo el sándwitch de paté y quesitos aplastados sin esparcir y con desidia aunque un poco aliviado, le decía adiós a la temporada de la piscina. Dulce Otoño

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es total!!...¡¡ja,ja!!.

Anónimo dijo...

Muy bueno, y es que en esas temporadas de verano, de alberca, de multitudes, se conoce a cada personaje...